Un relato publicado en Página 12
A lo mejor les suena conocido.
Por Rudy
Los únicos privilegiados son los niños, dicen que se decía hace tiempo, ¡las mujeres y los niños primero! es el lema de los salvatajes. También se dice que todos llevamos a un niño adentro, y parece que en estos días ese niño está más adentro que nunca, ya que la gripe A no lo deja salir y expresarse como se debe, como quiere, como merece, como puede.
Los chicos están en casa, y hay que quedarse con ellos, jugar, saltar, correr, agotarse y parecer un enfermo de gripe A en sus peores complicaciones, pero sanito.
Los chicos nos idolatran y luego nos defenestran, solamente es cuestión de tiempo, y ahora están en casa, con sus computadoras, sus teles, sus juegos, son hermanos, sus mascotas, sus amigos, sus sueños, sus miedos, sus traumas, sus parecidos a nosotros que nos aterran, sus vecinos, sus deberes, sus derechos, sus realidades virtuales, sus zapatillas, sus ganas de salir, sus berrinches, sus tamagotchis.
Y, lector, uno no es de fierro, y quisiera serlo, en estos días duros. Quisiera ser un pez, para pasear tranquilo en la pecera y no temer más que al gato, o que al niño, que en un arranque deportivo rompa la pecera de un pelotazo.
Pero quédese tranquilo, lector, que un día, sin que usted se dé cuenta, esos niños traviesos, ruidosos, entrañablemente queribles e insoportablemente demandantes, crecerán, y se transformarán... en... ¡ADOLESCENTES!!!!
Los chicos están en casa, y hay que quedarse con ellos, jugar, saltar, correr, agotarse y parecer un enfermo de gripe A en sus peores complicaciones, pero sanito.
Los chicos nos idolatran y luego nos defenestran, solamente es cuestión de tiempo, y ahora están en casa, con sus computadoras, sus teles, sus juegos, son hermanos, sus mascotas, sus amigos, sus sueños, sus miedos, sus traumas, sus parecidos a nosotros que nos aterran, sus vecinos, sus deberes, sus derechos, sus realidades virtuales, sus zapatillas, sus ganas de salir, sus berrinches, sus tamagotchis.
Y, lector, uno no es de fierro, y quisiera serlo, en estos días duros. Quisiera ser un pez, para pasear tranquilo en la pecera y no temer más que al gato, o que al niño, que en un arranque deportivo rompa la pecera de un pelotazo.
Pero quédese tranquilo, lector, que un día, sin que usted se dé cuenta, esos niños traviesos, ruidosos, entrañablemente queribles e insoportablemente demandantes, crecerán, y se transformarán... en... ¡ADOLESCENTES!!!!
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