miércoles, 20 de enero de 2010

¿Sabías? El higo no es un fruto


¿Será una flor? ¿Y qué onda con las avispas?

Una falsa fruta
Mucha gente que conoce bien los higos comestibles reconocerán esta fruta, pero técnicamente, el higo no es una fruta sino un recipiente llamado sicono, que es –extrañamente– un racimo de flores vuelto del revés. Puede llegar a haber varios cientos de estas diminutas flores dentro del sicono, y lo más asombroso es que difícilmente pueden verse. Cuando está maduro, el higo pueden ser verde, púrpura, rosa, amarillo o marrón oscuro, y medir hasta 7 cm de largo.




Una relación especial
En otra de estas notas de naturaleza, hablamos sobre la forma sinuosa en la que crecen las higueras estranguladoras. Otra característica notable de los ficus (higueras) es la especial relación que tienen con los insectos que las polinizan.

Cada especie de higuera tiene su especie particular de pequeña avispa ("avispa de higuera" o blastófago) que se introduce en el higo cuando todavía no ha madurado y poliniza el árbol. Es la hembra de esta avispa quien hace, y al esforzarse por entrar, pierde las alas.




Después pasa por las flores macho que todavía no están maduras y aún no tienen polen. Se adentra hasta las flores femeninas y las cubre con el polen que trae sobre ella desde el higo en el que creció. Ahora las flores pueden desarrollarse. (Los higos tienen tres tipos de flores: machos, hembras de estilo corto y hembras de estilo largo. Las avispas hembra de la higuera sólo pueden alcanzar con sus ovopositores los ovarios de las flores hembra de estilo corto. Por lo tanto, las flores cortas alimentan a las avispas, mientras que las largas se convierten en semillas).


Una vez en el higo, pone sus huevos en la pequeña flor femenina y muere poco después. Los huevos eclosionan y las larvas se desarrollan rápidamente. La higuera detecta químicamente la presencia del huevo y lo rodea de tejido vegetal. Eso proporciona a la larva, que nace dentro del higo, suficiente alimento para crecer y recomenzar el ciclo.


Hasta que la muerte nos separe

Las avispas macho nacen primero, y emergen con un aspecto muy diferente al de una avispa: ¡no tienen ojos ni alas! Aún así son perfectamente capaces de detectar las hembras recién nacidas y copular con ellas. Después mueren.

Pero antes de morir, aún cumplen con otro deber: convertir la entrada original en un túnel más ancho para que las hembras puedan salir sin perder las alas.

Mientras las larvas crecen dentro del higo, las flores macho se desarrollan y producen polen. Cuando las abejas hembra las frotan al esforzarse por salir, se cubren de este polen, lo que les permite llevarlo a otro higo inmaduro, donde a su vez ponen sus huevos.

Una vez que las abejas han partido o muerto, los higos maduran. La «fruta» toma un color brillante y se vuelve blanda y suculenta. Ahora la higuera cumple con su papel como sala de comedor para pájaros y mamíferos frugívoros. (Como premio adicional, las higueras dan fruto a lo largo de todo el año). A cambio de proporcionar casa y alimento a las avispas, las higueras consiguen la polinización de sus flores y el transporte gratuito de sus semillas, completado con la fertilización. Sin los higos, ricos en hidratos de carbono y calcio, muchos animales del bosque no podrían sobrevivir. Sin sus diminutas avispas simbióticas, los higos no madurarían, el árbol no podría procrear, y acabaría extinguiéndose.




Curiosidades históricas

Es una de las más antiguamente cultivadas frutas de la historia. En la Biblia los higos son frutas del jardín del Edén, ubicado en la Mesopotamia, en el corazón de Irak. El higo, pues, une dulcemente a cristianos, judíos y musulmanes. Mahoma dizque dijo que “si hubiese una fruta que pudiera llevar al paraíso sería el higo”.

La higuera, o árbol del higo, figura no sólo en el Edén cristiano y judío y en las preferencias de Mahoma. Aparece también en la fundación de otras grandes culturas y religiones. La loba que amamantó a Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, lo hizo a la sombra de una higuera. La revelación para fundamentar el budismo le llegó a Sidharta al reposar bajo una higuera.

En Grecia, durante los juegos olímpicos, los atletas ganadores recibían coronas de hojas de higo y eran premiados con jugosos higos frescos.






En varias lenguas, como el árabe, se usa la expresión “más raro que una flor de higo”: los antiguos no entendían cómo el higo producía fruta sin dar flor.

En Grecia la pasión por los higos fue tal que una ciudad tenía el nombre de la fruta, sykos. Allí se prohibió la exportación de los higos, para no desabastecer al comercio local.



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