domingo, 20 de diciembre de 2009

La araña que inventó la rueda

Animales asombrosos

Su nombre cientifico es Carparachne aureoflava, una araña que habita exclusivamente entre las dunas del desierto de Namibia, y es uno de los pocos animales, aparte del ser humano, que usa a propósito y de manera habitual una rueda plana como sistema de locomoción.



La Carparachne aureoflava tiene un bello color amarillo dorado, aunque la gama cromática varía del blanco al bronce. La araña se refugia durante el día en una madriguera excavada en la arena para escapar del abrasador calor del desierto de Namibia y caza insectos en la superficie durante la noche.

Este refugio, que la protege de la mayoría de sus depredadores, puede alcanzar hasta medio metro de profundidad gracias a que evita que las paredes colapsen cementando los granos de arena con seda. La entrada la sella con una escotilla también hecha de seda. Dado que prefiere laderas inclinadas para construir su madriguera, en ocasiones ésta se hunde y la araña tiene que construir otra nueva, una tarea que puede llevarle varios días.

El principal depredador de estas arañas es un tipo de avispa cazadora. Para evitarla, la araña construye sus madrigueras con una inclinación de más de 33 grados. Para excavar un agujero de 15 centímetros en una pendiente poco inclinada, la avispa debe remover alrededor de 4,5 kilos de arena, el equivalente a 80.000 veces su propio peso.

Cuando se siente en peligro, la araña puede adoptar una postura amenazadora. Se pone, por así decirlo, de puntillas, alzando el abdomen y las patas delanteras. Luego se agacha y eleva otras patas en unos movimientos que recuerdan a una danza. Si esto no disuade a la avispa, puede correr, pero no muy lejos.

Aunque llega a desplazarse dos metros en dos segundos, tiene que parar y descansar por algún tiempo. De todos modos, esto resulta una estrategia inútil frente a un enemigo que puede volar y que es capaz de seguir su rastro. Pese a que es el único sistema de huida en una pendiente suave, la araña siempre preferirá rodar.

Para ello da una corta carrera antes de curvar sus patas en un semicírculo, voltear su cuerpo de lado y girar como una rueda pendiente abajo para escapar. La araña se vale totalmente de la gravedad y puede alcanzar velocidades entre 0,5 y 1,5 metros por segundo girando a entre 10 y 44 revoluciones por segundo dependiendo de la pendiente y del tamaño de la araña. Extrapolando una media de 20 revoluciones por segundo al caso de las ruedas de un automóvil, sería como si éstas se movieran a 220 kilómetros por hora.

En pendientes superiores a los 15 grados, la velocidad aumenta a medida que la araña gira; las más grandes giran más despacio y las hembras cargadas con huevos en su abdomen pierden el equilibrio y vuelcan fácilmente. Rodar tiene sus ventajas frente a la carrera puesto que se va más deprisa y, además, se puede mantener el ritmo durante más tiempo al necesitar menos energía puesto que la gravedad hace todo el trabajo.

Por otra parte, la forma de la araña se difumina —a la velocidad a la que se desplaza sólo parece una pelota borrosa— y los rastros que deja son más débiles, lo que hace que sea más difícil de seguir. El inconveniente es que la topografía delimita la dirección y la distancia que puede recorrer. Aun así esta estrategia resulta bastante exitosa: las arañas que ruedan escapan de las avispas mientras que las que no adoptan esta técnica son cazadas.

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