Anthony Wesley, el astrónomo aficionado cuyo nombre dio la vuelta el mundo hace casi un año al descubrir la impresionante cicatriz del tamaño de la Tierra dejada en Júpiter por un asteroide, ha vuelto a dar en el clavo. Esta vez, compartirá la fama con otro colega filipino, Christopher Go. Ambos han detectado el impacto de otro objeto, posiblemente un asteroide o un cometa, contra la superficie de Júpiter en el mismo momento en el que se producía. El choque, ocurrido este jueves, pudo ser grabado en vídeo por ambos observadores. Son sólo unos breves segundos, pero suficientes para distinguir un destello luminoso entre las nubes del gigantesco planeta del Sistema Solar.
Las fulminantes imágenes, que pueden verse en el sitio especializado spaceweather.com y en la web de Wesley, no dejan lugar a dudas de que algo colosal ha colisionado contra Júpiter, aunque todavía no se ha detectado la posterior marca oscura que suelen dejar este tipo de objetos celestes y que podría indicar el tamaño real del bólido.
«Todavía no puedo creer que haya captado en directo un impacto en Júpiter», exclama Christopher Go. Wesley ya es veterano en estas lides. El 19 de julio de 2009, el australiano detectó con el telescopio de 14,5 pulgadas que tiene instalado en el patio de su casa en Murrumbatemann, al norte de Camberra, las consecuencias de un impacto en el planeta, un fenómeno único que no había sido visto por el ojo humano desde 1994 con el cometa Shoemaker-Ley. Fue uno de los acontecimientos astronómicos más impactantes de los últimos tiempos y tan sorprendente que, al principio, el propio Wesley pensó que se trataba de una tormenta.
Un paraguas de la TierraLas fotografías del aficioando fueron publicadas por medios de comunicación de todo el mundo. El choque cósmico, además de dejar una inmensa cicatriz del diámetro de la Tierra, provocó una inmensa nube negra de 5.000 kilómetros, rodeada por un halo que alcanzó los 8.000, según un estudio realizado por investigadores españoles. Los científicos podrán decir en los próximos días cuáles han sido las consecuencias del nuevo choque.
En cierto sentido, Júpiter es un paraguas protector de la Tierra, ya que con su enorme gravedad atrae fuertemente hacia sí los objetos errantes del Sistema Solar que pasan por sus proximidades, evitando que lleguen hasta nosotros.
¿Puede un planeta cambiar de aspecto de forma tan drástica de un momento a otro?
Parece un truco de magia, pero las fotos no engañan. Júpiter ha perdido una de sus características franjas, dejando su mitad sur inusualmente «en blanco». Los científicos no están seguros de qué es lo que ha provocado algo tan extraño, aunque suponen que tiene que ver con la particular climatología de este mundo, el quinto del Sistema Solar. Y no es la primera vez que sucede.
Parece un truco de magia, pero las fotos no engañan. Júpiter ha perdido una de sus características franjas, dejando su mitad sur inusualmente «en blanco». Los científicos no están seguros de qué es lo que ha provocado algo tan extraño, aunque suponen que tiene que ver con la particular climatología de este mundo, el quinto del Sistema Solar. Y no es la primera vez que sucede.
El aspecto de Júpiter se caracteriza por dos bandas oscuras en su atmósfera, una en el hemisferio norte y otra en el hemisferio sur. Se trata de unos cinturones oscuros descubiertos en 1896 por el aficionado inglés A.S. Williams que delimitan un sistema de corrientes de viento generalmente de gran intensidad. Pero las imágenes recientes tomadas también por astrónomos aficionados demuestran que la banda del sur -el llamado cinturón ecuatorial sur- ha desaparecido sin dejar rastro, cambiando la cara del planeta.
La banda estaba presente al final del pasado año (como puede comprobarse en la imagen superior), justo antes de que Júpiter se moviera demasiado cerca del Sol para ser observado desde la Tierra. Cuando el planeta se apartó de los reflejos de nuestra estrella y pudo ser observado de nuevo a principios de abril, su cinturón ecuatorial sur se había esfumado.
Dos veces antesNo es la primera vez que tenemos noticias de este fenómeno. En 1973, la nave de la NASA Pioneer 10 tomó unas imágenes muy cercanas del planeta en las que la franja también estaba ausente. El suceso se repitió en los primeros años de la década de los 90.
Normalmente, las bandas se ven oscuras simplemente porque las pálidas nubes de gran altitud que prevalecen en otras regiones del planeta se pierden en esta zona, mostrando las nubes bajas más oscuras, explica Glenn Orton, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en California, a la revista New Scientist. Según esta teoría, la franja desaparece cuando se forman nubes blanquecinas en la parte superior de la misma, bloqueando la visión de las nubes más oscuras. Pero no está claro qué provoca que esas nubes se formen en algunos momentos y en otros no. En realidad, todavía no hay ninguna explicación convincente para el fenómeno.
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Júpiter (en seis partes)
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